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Entrevista a José A. Concha

Con motivo del lanzamiento de su libro de relatos “La meteorología no es una ciencia exacta”, hoy entrevistamos a José A. Concha.

-(M)Buenos días José. ¿Qué tal?

-(J)Buenos días Marta. Muy bien, gracias.

-(M) ¿Qué significa para ti ver publicado tu primer libro?
-(J) Siento la satisfacción de cumplir con algo que tenía pendiente. Como si hubiera saldado una deuda conmigo mismo. En realidad llevo escribiendo desde niño, desde que alcancé la habilidad para hacer trabajosamente las letras con un lápiz en un papel.
Para mí el hecho de escribir es lo esencial, lo más importante para un escritor. Quiero decir que al poner el punto y final, el trabajo del escritor está hecho. Con total independencia de que se publique o no. Ahora bien, me imagino a un artista del Paleolítico dando forma a un bisonte o a un caballo en una cueva hace veinte mil años. Al ver culminada su pintura, ¿qué haría?; ¿quedarse contemplando su obra? ¡No! Seguro que saldría corriendo a avisar a los demás: corred, venid, admirad lo que he hecho.
En este sentido tengo que agradecer el empuje de mi hermana, a la que he dedicado el libro con toda justicia. Ella siempre ha sido muy crítica con mi indolencia hacia la publicación.

-(M) ¿Por qué has tardado tanto en dar el paso a la publicación?
-(J) Es una buena pregunta. Lo primero es que publicar no es inmediato. Nadie llama a la puerta a decir: ¡Eh! ¿Quieres que te publique tu libro? Pero también, como decía Mircea Eliade, es que un libro vive su propia vida después de nacer de la pluma (ahora del PC) del autor. Me refiero a la forma misteriosa en que los libros buscan al lector. ¿No has tenido nunca la sensación de que un libro te aborda (igual llevaba años en la estantería) en el momento preciso? Entonces, la respuesta es clara: no publiqué antes porque no conocí antes a Marta Senent, mi editora. Siento que todos estos años he estado esperando por ella.

-(M) ¿Es difícil publicar para un autor desconocido?
-(J) La realidad del mundo editorial es paradójica. Por un lado es innegable que nunca se ha publicado tanto pero – he aquí la paradoja- no es nada fácil publicar. Las grandes editoriales se ven demasiado condicionadas por la necesidad de materializar las ventas que requiere rentabilizar sus inversiones. Es como las empresas de distribución que cobran por tener los yogures de una marca en una balda preferente del supermercado. Esto hace casi imposible publicar para autores y/o temas no mediáticos para el público y consumo de masas.
Sin embargo internet y los nuevos canales de distribución han abierto una brecha a favor de la libertad de mercado. Editoriales de autor como ACEN pueden hacerse un hueco editorial desde una apuesta distinta y personal.

-(M) ¿Qué te motivó a escribir este libro?
-(J) Es otra buena pregunta porque si uno lo piensa bien… ¿No está ya todo escrito? Me refiero a que hemos llegado a un punto en que ni siquiera un lector excepcional podría leer todo lo que merece la pena aún dedicando toda su vida a ello. Esto es tan cierto que críticos más o menos prestigiosos, estoy pensando en el controvertido Harold Bloom, han llegado a confeccionar cánones con el objeto de orientar al hombre occidental hacia lo imprescindible. ¡Porque corre el riesgo de verse sepultado por la magnitud de la herencia recibida!
Entonces… ¿Qué se puede aportar? ¿Qué puede motivar a una persona a escribir? Máxime cuando, por lo menos para mí, no es siempre la experiencia placentera que adorna el mito del escritor. ¡Decía la genial Flannery O´Connor que cuando emprendía el esfuerzo de escribir ficción hasta se le cariaban las muelas!

Lo cierto es la respuesta está, de manera paradójica, en la propia negación. Precisamente porque está todo escrito, y parecemos vivir en el fin de los tiempos, los escritores de ficción del siglo veintiuno estamos obligados a dar testimonio, a ser la voz del fin de los tiempos, de nuestros tiempos. Y esto es algo irrenunciable porque sólo puede hacerse desde el aquí y el ahora.

-(M) Pero la obra de arte debe transcender el aquí y el ahora…

-(J) Sí, sí….En cada obra maestra, en cada autor genial hay algo eterno. Y es por esta razón que Antígona sigue, a través de tiempo, impactando nuestros corazones sin perder un ápice de su fuerza dramática. La misma razón que nos permite identificarnos con los habitantes del lejano condado de Yoknapatawpha como si fueran nuestros propios vecinos.
Pero esta universalidad en el tiempo y el espacio solo es alcanzable desde la autenticidad, desde la propia realidad irreductible del ser humano, del alma humana, de la condición única e irrepetible – y misteriosa- de todos y cada uno de los hombres y mujeres que han poblado, pueblan y poblarán este maravilloso planeta azul.
Quiero decir que Sófocles era muy griego y Faulkner muy, muy sureño. Es desde su aquí y su ahora que alcanzaron la universalidad. Si no se parte de la propia experiencia todo es abstracto, artificial, sin interés…

-(M) Me gustaría volver a la pregunta pero intenta ser más concreto. Menos abstracto como tú dices… ¿Qué te motivó a escribir este libro? O si lo prefieres: ¿Por qué te haces escritor?
Según lo veo yo un escritor no es alguien que escribe. O por lo menos no es solo alguien que escribe. En realidad cualquiera puede escribir. La cuestión es por y para qué se escribe.
Y esto sólo puede hacerse desde dos enfoques contrapuestos. Uno, el que procura la evasión de la realidad. Otro, el que intenta penetrar en ella. El segundo enfoque conduce a la condición de escritor al que Walker Percy atribuía lo que él definía como “la novela del fin del mundo”…Yo me hice escritor para eso, para intentar penetrar en la realidad a través de la ficción.

-(M) ¿El fin del mundo? ¿Te refieres al escritor como una especie de profeta? ¿Tiene que ser el escritor un sabio? Suena un tanto elitista…
-(J) No, no, de ninguna manera…Hablo en el sentido que le daba Walker Percy. Él decía, y yo comparto, que el novelista no tiene porqué ser más sabio que sus lectores. Incluso puede ser al contrario, puede que su visión sólo se distinga de la de los demás porque le aqueja una especie de aflicción, un dolor que le separa de ellos y le concede un punto de vista singular sobre lo que está ocurriendo. Como un herido en el campo de batalla tiene una perspectiva más clara que la de los que continúan peleando…
Más que un profeta, decía Percy, el escritor es como el canario que antiguamente bajaban los mineros a la galería; si el canario revoloteaba nervioso o caía inerte en la jaula delataba la presencia invisible del gas. Señal de que la muerte acechaba y era el momento de salir a escape a la superficie.

-(M) No acabo de entender lo del fin del mundo. Suena como si hubiera que escribir distopías o ciencia ficción…Y en todo caso parece muy trágico, muy pesimista..
-(J) Con el fin del mundo me refiero más bien a la nada que se abre ante nuestros ojos. Después de tantos años de piqueta: ¿qué queda ya por destruir? Puede ser trágico pero no creo que se pueda esquivar la cuestión. El hecho determinante de nuestro tiempo, guste más o guste menos, es la lucha por la superación del nihilismo, se sea consciente de ello o no. Por esto mismo el escritor que se enfrenta a este reto tiene que ser capaz de ver algo entre las ruinas. Si yo no creyera ver algo que los demás no ven ni perdería el tiempo escribiendo ni se lo haría perder a los demás.
Por eso hay siempre algo pretencioso y nocivo en un escritor. Porque el esfuerzo de superar la nada- primero se ha descartado por irracional la fe en Dios, luego se desecha por blandengue toda compasión (sin padre no hay hermano)- desemboca casi siempre, en un cinismo “ilustrado”.

-(M) ¿Cinismo “ilustrado”?
-(J) ¿Si no hay compasión qué queda? Y ojo que la dificultad para la compasión (padecer con) es uno de los signos de nuestro tiempo. Otro de los atributos del superhombre profetizado por Nietzsche, el Viejo Cabeza de Pólvora. ¡Hay que ocultar la compasión bajo una dura cáscara y dejarse un diente en ella!
Entonces al escritor le entra la sospecha de si no sería mejor escribir de deportes. A fin de cuentas solo desde la envidia se puede criticar a un ocioso que escribe por mucho que su único objetivo sea entretenerse y de paso ganar un buen dinero. Este es el tema principal de la gran trilogía de Richard Ford. Pero ¡ojo! es también el juego de espejos que utiliza el genial novelista porque Frank Bascombe, el periodista deportivo, es un personaje de ficción. Y su travesía no es otra cosa que la búsqueda de un estado que le permita sentir auténtica compasión hacía sí mismo y sus semejantes.

-(M) No me esperaba algo tan serio… Aunque se advierte cierto tono mesiánico en tus relatos ¿Te definirías como un escritor religioso?
-(J) ¡No soy tan serio! (sonríe) Aunque admito que con la literatura hay que ser serios. Muchas veces la literatura define mejor la esencia de una época que las crónicas. En cuanto a la religión…Bueno, todos los grandes novelistas han sido novelistas religiosos. Por lo menos en cuanto a la acepción original del término “religión”. Esto es, la alusión a un vínculo radical que liga al hombre con la realidad y da sentido a su vida, o la alusión a la ausencia de ese vinculo que hace que carezca de sentido. Es la alternativa de la que se habla en la contraportada de mi libro. Al final, o todo es nada, o todo es gracia.

-(M) ¿Podemos hablar del libro?
-(J) Claro. Me gustaría empezar con la portada. Primero para agradecer el estupendo trabajo de Mercedes Gómez de Sala en su diseño. Luego, porque la portada es en sí misma toda una declaración de intenciones. El móvil roto en cuya pantalla indica buen tiempo mientras que las gotas de agua, la hojarasca y el charco parecen indicar lo contrario…Toda la composición en blanco y negro a excepción hecha del sol de un amarillo intenso… ¡Un móvil roto! ¡Me encanta! (sonríe).

-(M) ¿Vamos a los relatos? Se trata de relatos breves, ¿de dónde surgen?, ¿van entrelazados?
-(J) Los relatos recopilados son muy variados aunque hay un hilo común y cierta estructura interna. Los dos primeros hacen referencia a las vacas como animal totémico de Asturias. Hay también una serie de gaiteros en el sentido atávico de bardos/sacerdotes. La serie de vacas y gaiteros está separada por dos relatos especiales. El primero es Hasta los pelos de tu barba están contados. El título hace clara referencia a la frase del Evangelio. El relato explora la condición de radical soledad del hombre moderno. El protagonista se ve empujado a un “descenso a los infiernos” al comprobar que nadie, ni en su entorno más próximo, se da cuenta de que se ha afeitado la barba.

La cuestión es: ¿nos miramos unos a otros? El segundo relato que hace de separador es el que da título al volumen. La meteorología no es una ciencia exacta “denuncia” como lo profano, que había sustituido a lo religioso (en el largo proceso que se inicia con la Ilustración), ha sido a su vez “absorbido” no por el método científico- cuyas credenciales aceptamos acríticamente como explicación para todos los ámbitos de la realidad- sino por el halo de magia que en nuestros días rodea a la ciencia. La cuestión no es si la Buena Nueva ha dejado de ser relevante, sino si es posible que el hombre esté atravesando una reestructuración tan tempestuosa de su conciencia que ya no le permita tomar en cuenta las Buenas Nuevas. Entonces sólo queda la Belleza…Porque si te fijas la cuestión ideológica ha pasado a un segundo plano. ¡Nosotros que sabemos que todo es mentira aunque desconocemos que es la Verdad! ¡Ningún discurso será ya capaz de convencernos! ¿Qué nos queda? La Belleza…Porque, pase lo que pase, el corazón del ser humano siempre se sentirá impactado por la Belleza…
Luego está una novelita corta, Radiólogos de almas. ¿Qué pasaría si se obtuviera una imagen computerizada del alma? Yo me atrevo a pronosticar que nada…Es como la resurrección de Lázaro. ¡Buf! Resucitar a un muerto… ¿Hay mayor prueba? Pero el Evangelio dice que si bien muchos creyeron otros tantos corrieron a denunciar a los fariseos el truco del impostor que había engañado a unos pobres incautos. No…Siempre entrará en juego nuestra libertad. Finalmente, El Regreso de Brenus Graf es una especie, salvando las distancias, de Odisea…

-(M) Me ha llamado la atención lo que dices sobre que ningún discurso será ya capaz de convencernos. ¿Te refieres al fin de las ideologías?
-(J)Sí, por lo menos a la crisis de las mismas. Hace cincuenta años todavía era posible el intento de establecer un sistema orgánico (una ideología) con el que tratar de explicar la realidad. Ahora incluso las instituciones con mayor componente ideológico (los partidos políticos) han renunciado a la ideología que, o bien, ha desaparecido directamente, o se ha visto reducida a una etiqueta atrapa votos. Pero lo realmente fascinante, por lo menos a mí me lo parece, es el vuelco que se ha producido en la cuestión. Porque ya no se trata de “quién tiene o tenía razón” sino simple y llanamente de “cómo se puede vivir”. Este vuelco existencial es fascinante.

-(M) ¿Más obra, Tienes más proyectos en mente?
-(J) Tengo algunos relatos y dos novelas en un cajón. Procuro escribir al menos trescientas palabras todos los días. Al contrario de lo que se cree, al menos en mi caso, la creación literaria tiene más que ver con la voluntad que con la inspiración. No es que no crea en la inspiración pero para que sirva para algo tiene que pillarte trabajando.

-(M)¿Y cuándo y dónde lo presentas?
-(J) Estaré contigo en Madrid en la librería Vergüenza Ajena el sábado 19 de mayo a las 18h. Luego me gustaría hacer algo en Barcelona y seguro que estaremos en Asturias. Ya hablamos cuando cierre fechas y lugares concretos.

 

-(M) Bueno, pues José te deseo toda la suerte del mundo, y que tu libro llegue muy lejos.

-(J) Gracias Marta.

-(M) ¡Ah! y si alguien quiere tener ya el libro en sus manos, puede entrar en este enlace y adquirirlo. En unas 24h lo tendrá en su casa: https://aceneditorial.es/libro/la-meteorologia-no-una-ciencia-exacta/

O también en las siguientes librerías:

Librería “Paradiso” Gijón

Librería “Cervantes” Oviedo

Librería “Aguilar” Llanes

Librería “Rozas” Llanes

Librería el “Globo” Llanes

-(J) Eso, ya podéis comprar el libro.

 

Marta Senent Ramos
Me podría definir como Editora, escritora, emprendedora o incluso como investigadora especializada en temas de género, arte y diversidad funcional. Pero creo que prefiero hacerlo como entusiasta de la vida y apasionada por el mundo de la literatura. Mi lema en la vida es como dice Albert Espinosa: Si crees en los sueños, ellos se crearán.

MARTA SENENT RAMOS