Descripción
La poesía buena, la de verdad, no está en los paralelismos al amanecer, ni en las metáforas tiernas, ni en el compromiso de un soneto sobre tus labios. Está en tus bragas sobre el suelo de mi vida, en los botellines vacíos de Mahou sobre el alféizar de la ventana, en los ojos rojos que te miran mientras suena Pereza… La poesía de verdad, mi vida, está en los devaneos de mi piel arrogante y, sobre todo, en los vocativos que hacen de tu nombre una religión.
Valoraciones
No hay valoraciones aún.