¿Te sientas ante el WORD y no sabes qué escribir?
¿Evitas abrir el PC?
¿El reto del folio en blanco es ya más que un reto, una tortura?
¿Empiezas a mirar a tu portátil con rencor?
¿No consigues enlazar más que unas cuantas frases sin demasiado convencimiento?
Admítelo. Estás bloqueado.
Por más que escritores como Seth Godin, con más de veinte libros en su haber, diga que el bloqueo del escritor no existe sino que es un legado cultural que antes de los años 40 no le ocurría a nadie, lo cierto es que en mayor o menor medida todos, en ocasiones, nos hemos sentido bloqueados.
No tengo la fórmula mágica pero voy a tratar de explicar qué es eso y cómo podemos hacer para desbloquearnos.
Una de las cosas que tenemos que tener clara es que en el proceso de escribir, por más que las mentes románticas digan que es un proceso creativo en realidad no lo es.
Partiendo de una idea o de un hilo argumental y unos personajes que sí puede ser creativo, la forma de unir palabras, de contar la historia, la comunicación entre quién escribe y quién lee es un proceso lógico. Por tanto hemos de tener las herramientas necesarias para defender esa idea desde las palabras, desde el uso racional que hagamos de ellas.
Por tanto cabe preguntarse si quizá no las tenemos, si se nos ha ido olvidando todo lo aprendido y si tenemos el vocabulario, la filosofía o psicología suficiente como para plasmar nuestra historia y sus personajes.
Darnos cuenta de ello, reconocer nuestras carencias y nuestros límites sería el primer paso para comenzar a desbloquear. No querer reconocer que quizá escribir sobre algunos temas para los que no estamos preparados se nos queda un poco grande haría que ese bloqueo persista.
La solución es simple: lee, estudia, documéntate, ¡trabaja!
Fórmate sin pensar en qué, sigue tu instinto; él te guiará hacia lo que de verdad te hace falta.
Como te decía, escribir, además de creatividad, necesita una lógica así que vamos a emplear la máxima; planeemos.
Haz estructuras mentales, mapas del libro que en tu cabeza tan solo es por el momento un batiburrillo de ideas dispares. Crea gráficos, esquemas, fichas de personajes con toda su biografía completa, niveles de protagonismo, historias paralelas, conceptos relacionados, etapas de acción.
Planea hasta el último movimiento y la progresión de la acción teniendo en cuenta el argumento principal que siempre será lo que de verdad quieres contar.
Por ejemplo la idea principal es un viaje por el espacio. A partir de ahí crea los esquemas; por un lado los datos científicos, por otro lado la acción de los personajes, por otro los lugares que visitan, las acciones a realizar, los problemas que les van a surgir, la forma en que los van a solucionar… así todo.
Puedes usar una pizarra, pos it, esquemas como los que hacías en el cole… todo vale para que las ideas principales queden bien claras y puedas ir desarrollándolas al escribir.
Esto vale cuando ya tienes la novela en tu mente pero… ¿y si ni siquiera sabes de qué escribir?
Esa necesidad de escribir, ¿verdad? Lo que disfrutabas escribiendo y ahora no te sale nada.
Si ni siquiera tienes una idea que plasmar y todo lo que se te ocurre no te convence, el problema está, en esta ocasión, en la creatividad
Ahí van unos cuantos trucos.
Primero que nada, cierra el portátil, deja de escribir y haz otra cosa. Olvídate de escribir durante una temporada, unos días o unas horas. Forzarse no sirve de nada.
Lee. Leer es vital. Consulta con los clásicos que son infalibles, con ese libro que tienes pendiente desde hace años, el que siempre has querido leer y no has leído. Vete a la biblioteca o a la librería y busca el libro que te han recomendado, ese tan raro que crees que no te va a gustar; seguro que ese libro tiene una lección para ti.
Es el momento ideal para ser escogido por el libro de tu vida.
Escucha música, vete a un museo, al teatro, a una exposición, a un ballet. La belleza es un imán para las musas, si no viene la nuestra quizá las otras ocho la atraigan poco a poco hasta nosotros. Para ser más realistas, yo personalmente creo que la belleza, el placer que nos proporciona una música, el lugar, el ambiente, el estado placentero y docto en el que se mueve el arte nos deja abierto todo ese caudal creativo que llevamos dentro, como si se pudiera canalizar en nosotros parte de esa creatividad y hermosura.
Escribe libremente sin pensar. Utiliza la escritura automática, la redacción libre, mira una foto y déjate llevar, ponte música y vuela, no pienses. Siente.
Ni se te ocurra pensar si eso que estás escribiendo de forma libre, como ejercicio creativo es bueno o no, si has de corregirlo o no, incluso escribe mal… tan solo escribe sin pensar.
Toma notas de lo que veas.
Ayer mismo iba en el tren y por un lado de la estación pasó un tipo corriendo, con una inmensa mochila en los hombros, un perro negro y feo a su lado y con camiseta ¡de tirantes! ¡EN DICIEMBRE! ¡En plena ola de frío!
¿Sabéis lo que pensé cuando lo vi? Aquí hay un libro.
Cualquier persona, cualquier momento o cualquier anécdota es susceptible de ser contada en un libro (yo ya he avisado a todos mis amigos y familiares), así que toma notas. Lleva un pequeño cuaderno contigo y no te cortes, cuando haya algo que te llame la atención apúntatelo, puedes sacar buenas ideas de casi todo lo que pasa a tu alrededor si sabes mirar con ojos de escritor.
Y sueña. Imagina. Sueña despierto, déjate llevar. Enamorarse tampoco estaría mal (la dopamina, serotonina y oxitocina funcionan de perlas).
Cuando menos te lo esperes volverás a escribir.
Lo mejor de escribir, como todo en esta vida, no es alcanzar el final ni llegar pronto a la meta, es vivir, aprender y divertirnos por el camino.
Desde entonces he publicado varias cosillas en Amazon y colaboro con diferentes medios.
Con “Rosa de los vientos”, mi segunda novela, me adentro en la intimidad de las escritoras noveles; en los miedos, sueños, esperanzas y en la superación constante que toda creación conlleva.
Con mi trabajo trato de afianzarme dentro del panorama nacional junto a toda una nueva generación de escritores independientes que luchamos por ser leídos.